Maratón de Sevilla 2017: La ciudad de la Giralda se tiñe de runners

Llegada a meta de los corredores. Foto: ABC Sevilla

“Si quieres correr, haz una milla. Si quieres vivir una experiencia, corre un maratón”, Emile Zátopek, ganador de los 5.000, 10.000 y el maratón en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952

El Zurich Maratón de Sevilla, que el pasado 19 de febrero celebró su trigésima tercera edición, simboliza a la perfección el boom que ha experimentado el mundo del running en España durante los últimos años. Hace una década, esta prueba apenas llegaba a los 2.000 participantes. En 2017 se alcanzaron las 13.700 inscripciones, récord de la carrera, superando los 13.000 corredores de la edición de 2016.

Pocas pruebas en España han registrado un crecimiento similar. Las cifras de los cuatro grandes maratones españoles muestran como las citas de Sevilla y Valencia (carrera con más de 15.000 llegados a meta en 2016) han duplicado sus inscritos desde 2012, mientras que la participación en Barcelona y Madrid se mantiene más o menos estables en los últimos años.

La receta, cocinada a fuego lento, y que explica el éxito del Maratón de Sevilla, tiene como ingredientes principales una ciudad accesible y con mucho encanto, un clima idóneo para las fechas en las que se celebra (20 de grados de temperatura máxima), un recorrido llano, unos precios (vuelos, trenes, transporte, inscripciones, alojamientos, restaurantes, etc.) nada desorbitados en comparación a los de otras ciudades y, por su puesto, una buena organización.

Evolución de los llegados a meta en los cuatro grandes maratones españoles

El turismo relacionado con el running va en aumento y la ciudad de Sevilla, con uno de los mayores conjuntos históricos del continente, ofrece numerosas joyas para atraer a los corredores y sobre todo a sus acompañantes. Porque para que una prueba de esta magnitud crezca, nunca debe olvidarse del corredor popular. Está muy bien que cuente con certificados internacionales, como el de la IAAF (Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo), como tiene la cita sevillana. Le da prestigio, pero estas distinciones están pensadas para los atletas de élite, que no dejan de ser una minoría.

Salida del Maratón de Sevilla 2017. Foto: ZMS

Estas carreras, si quieren crecer, tienen que cuidar sobre todo a sus corredores locales y provinciales, porque son los que año tras año serán fieles (cerca de 3.800 sevillanos este año). Tienen que mimar también a los corredores de fuera, tanto nacionales como extranjeros, porque serán ellos los que con el boca a boca den a conocer la prueba. La organización del Maratón de Sevilla se ha dado cuenta de ello y, por ejemplo, premia a los corredores locales con inscripciones realmente asequibles (más propias de una media que de un maratón) y ofrece en general bastantes facilidades a los de fuera. Estamos hablando de un producto que este año tuvo un impacto económico de 11 millones de euros para la ciudad de Sevilla.

Cosas a mejorar: transporte y avituallamientos

No obstante, el Maratón de Sevilla, como prueba que sigue creciendo y atrayendo cada vez a más corredores, tiene algunas cosas que mejorar para lograr la excelencia. La primera, y quizá la más importante, sea el transporte público, tanto para acceder a la recogida del dorsal, como para que corredores y acompañantes lleguen a la salida. También para que estos últimos puedan desplazarse en plena carrera. No se entiende, por ejemplo, que no haya un autobús directo desde el Aeropuerto de Sevilla al Palacio de Congresos (Fibes) donde se recoge el dorsal. Tampoco que para realizar el trayecto de ida y vuelta en transporte público desde el centro de la ciudad al citado recinto ferial tengas que invertir más de dos horas. La mayoría de corredores sólo estarán el fin de semana y como después de una maratón no es el mejor momento para patear la ciudad, es necesario exprimir cada minuto del sábado.

Por otra parte, a pesar de que la organización puso tres lanzaderas gratuitas de autobuses para llegar a la salida, éstas se encontraban en hoteles nada céntricos y al parecer no pudieron transportar a todos los corredores por lo que más de uno tuvo que buscarse la vida a menos de una hora del inicio de la prueba. La única opción para los alojados en la almendra central de la ciudad era la red de cercanías, con sólo dos trenes que partían de Santa Justa y San Jerónimo y con una hora de diferencia entre ambos. Sin duda el Ayuntamiento de Sevilla tendría que reforzar el transporte público tanto para acceder a la salida de la prueba como para facilitar el posterior regreso de corredores y acompañantes.

Este problema con el transporte quizá fue la causa por la que cerca de 900 corredores -una barbaridad- no se presentaron a la salida tras recoger el dorsal. Su ausencia contribuyó a que la Maratón de Sevilla redujese, por primera vez en más de una década, su número de llegados a meta, un 2% menos que en la edición de 2016. Al menos se incrementó otro 2% el número de corredoras que cruzaron la meta del Estadio Olímpico. La explicación sobre por qué otros 2.100 corredores no recogieron ni siquiera el dorsal ya es cosa de Iker Jiménez.

Malabares con los vasos

Otro de los puntos que debería mejorar esta maratón sevillana, organizada por el Instituto Municipal de Deportes del Ayuntamiento de Sevilla y Motorpress Ibérica, son los avituallamientos líquidos intermedios. Los voluntarios, genial, nada que reprocharles, animando y ayudando a los corredores. Los puntos de hidratación, muy numerosos, prácticamente uno cada menos de tres kilómetros. Sin embargo, en los primeros puntos, cuando resulta menos necesario, hubo botellitas de agua, pero en todos los demás sólo había vasos.

En un maratón la hidratación es fundamental y la ingesta de geles o alimentos sólidos con un vaso de agua en la mano resulta todo un ejercicio de malabares. Quizá sería conveniente alternar vasos y botellas de agua y que éstas se repartiesen al menos cada 10 kilómetros.

Por último, quizá los numerosos restaurantes de la ciudad deberían aprovecharse del efecto maratón y lanzar alguna ofertas gastronómicas dirigidas a corredores, pues sólo vimos uno que aprovechase el desembarco masivo de runners con un “menú para maratonianos”.

Salvo estos pequeños detalles, la Maratón de Sevilla ofrece todo lo que un corredor espera encontrar en una prueba de esta dimensión. Desde un cortavientos, más práctico que una camiseta, y que inundó de verde la calles de la ciudad, a unos avituallamientos muy completos, pasando por unos voluntarios eficaces y animosos, un recorrido bien señalizado y plagado de público en muchos tramos (a pesar de la amenaza de lluvia y del madrugón). Con un avituallamiento final con mucha fruta y líquidos, un guardarropa rápido y muy bien organizado y un final de lujo en todo un estadio olímpico.

Uno de los numerosos puntos de animación. Foto: ZMS

Sin olvidarnos de una buena página web, mucha información en las redes sociales, entrenamientos dirigidos en Sevilla, Madrid y Barcelona, la tradicional comida de la pasta, una bolsa del corredor decente, liebres, numerosos baños en la salida, carreras infantiles el día previo, bandas de música que amenizaron una carrera retransmitida por Mega o incluso la batamanta que daba la organización a todos los corredores nada más cruzar la meta.

Quizá se echó en falta algún fisio más para tanto corredor y situar alguna que otra banda de música amenizando las partes con menos público del recorrido. Contar con duchas hubiese sido un lujo, aunque es complicado por la gran cantidad de corredores, aunque quizá, si los polideportivos municipales abren ese día se podría facilitar a los corredores un pase.

Afortunadamente, también nos quedamos sin comprobar si la lluvia en Sevilla es una maravilla (traducción libre de la celebre frase The rain in Spain stays mainly in the plain de la película My Fair Lady) porque ésta, amenazante los días previos, respetó la prueba y sólo regó la ciudad de madrugada, dejando una mañana fresca con una temperatura por encima de los 11 grados, perfecta para afrontar una maratón.

Recorrido llano y turístico

En cuanto al recorrido, al igual que otros maratones, tiene sus puntos fuertes y otros tramos poco vistosos. Distribuir algo más de 42 kilómetros en una ciudad en una única vuelta y que cada metro sea mágico no lo logra ni Eurodisney. Hay tramos en los que la cantidad de público te pone la piel de gallina y otros más solitarios, pero que también tienen su utilidad, como el por ejemplo el improvisado meódromo de la larga y solitaria avenida de Kansas City.

El Zurich Maratón de Sevilla parte de la Isla de la Cartuja, demasiado lejos del centro para llegar andando, de ahí que el transporte público sea la única alternativa para los numerosos corredores que venimos de fuera. La carrera madruga y comienza a las 8:30 para no tener paralizada a la ciudad durante seis largas horas. Toca caerse de la cama para llegar a tiempo al último cercanías que sale de la estación de Santa Justa. La estación no es muy grande, bastante accesible. El viaje, tras enseñar el dorsal a los controladores en el propio andén, es gratuito para los corredores (los acompañantes deben pasar por caja) y el tren, muy puntual, nos deja a escasos metros de un estadio olímpico que nunca llegó a serlo, pues se construyó para albergar unos juegos que nunca se celebraron (si Madrid hablara…).

La Torre del Oro, uno de los emblemas de Sevilla. Foto: ZMS

En el estadio se ubica el guardarropa, que funciona muy ágil, en parte porque mucha gente vino en coche y dejó su ropa en su vehículo, en el aparcamiento cercano. Las galerías del estadio permiten además calentar y resguardase de una mañana fría, con heladoras ráfagas de viento que parece que sólo habitan en este estadio. Equipados para el maratón, los corredores desfilamos formando un pelotón multicolor hacia los cajones de salida que se encuentran a unos 800 metros del estadio.

En la salida, organizada por cajones, el frío y el viento desaparecen a medida que va amaneciendo. Sucede lo mismo que en la Media Maratón de Getafe de este año. A unos pocos minutos de iniciarse la prueba, los voluntarios que controlan los accesos desaparecen. Obviamente, encontrarse con corredores mal colocados que pueden llegar a entorpecer a otros más rápidos no es tan peligroso en una maratón que en una media o en carreras de menor distancia, precisamente por la distancia y por los ritmos que se manejan.

Querer es poder. Foto: ZMS

Los dos primeros kilómetros transitan por la doble vía de la ancha Avenida Carlos III que luego se convierte en la carretera de Cádiz a Huelva. Un tramo ideal para ir cogiendo posiciones antes de llegar al puente de la Avenida de la Expo 92, cerquita de la Torre Sevilla o Pelli, el gran rascacielos de la ciudad con 180 metros de altura. Superado el kilómetro 2,5, la carrera se adentra en el barrio de Triana, donde recorre más de dos kilómetros por amplias avenidas hasta abandonar esta cuna de toreros y artistas por el puente de San Telmo. ¿Alguno hizo la foto de la Giralda desde el agujero de la estatua del torero Juan Belmonte que hay en el puente de Triana?

Cruzado el Guadalquivir, y paralelos al río por el Paseo de Cristóbal Colón, nos encontramos a la altura del kilómetro 5,5 con la primera de las numerosas joyas que tiene esta ciudad, su famosa Torre del Oro. Llamada del oro, no porque esté hecha o albergara este metal precioso, sino porque este edificio de la época almohade mostraba ese color al reflejarse en las orillas del Guadalquivir. A unos pocos metros nos observa una de las plazas de toros más famosas del mundo, La Maestranza, justo en el kilómetro 6.

La carrera sigue deambulando por las prolongaciones del amplio Paseo de Cristóbal Colón, por las calles Arjona, Torneo y la Avenida Concejal Alberto Jiménez Becerril, en sentido norte, siempre paralelos al Guadalquivir y dejando la isla de la Cartuja a nuestra izquierda. En estas calles el público sigue siendo bastante numeroso.

Llegada al parque de María Luisa, empieza la bueno. Foto: ZMS

Poco antes del kilómetro 10 abandonamos la compañía del Guadalquivir y la carrera se dirige a uno de los tramos con menos público y quizá con menos encanto, el que transita por la Avenida Juventudes Musicales y la Ronda Urbana Norte y luego por la larga recta de la Avenida Alcalde Manuel del Valle que nos deja pasado el kilómetro 12 de la prueba. El trazado transcurre llano por la avenida de Llanes y su prolongación por la avenida Pío XII, para continuar por la calle Sol Francisca Dorotea y la calle del doctor Leal Castaños, que siguen siendo tramos con poco público y escaso interés turístico.

Al llegar a la Plaza de la Constitución (km 14) la carrera se vuelve a animar, aparece más público, cuando la prueba transita por la calle San Juan de Ribera, junto a las murallas de Sevilla, cerquita de la basílica de la Macarena, para emprender una suave bajada por la calle Muñoz León.

La Plaza de España, en el Parque de María Luisa. Foto: ZMS

La prueba discurre luego por la Ronda de Capuchinos, las calles María Auxiliadora y Recaredo hasta llegar a la calle Luis Montoto y su cruce con la Avenida Kansas City, donde vuelve a concentrarse numeroso público por su cercanía a la estación de Santa Justa. Y es que cerquita de este punto (km 17,5) la carrera volverá a pasar 10 kilómetros más tarde, lo que unido a su proximidad con la estación central sevillana para tomar el cercanías que lleva a la meta, le hace un punto ideal para familiares y acompañantes de corredores.

Tras abandonar el calor del público próximo a Santa Justa, la carrera vuelve a afrontar un tramo con escaso público deambulando por la interminable avenida de Kansas City por la que recorreremos más de dos kilómetros. Superada la avenida, la carrera discurre ahora por calles algo más estrechas para cruzar se ecuador justo en el arco situado en el Centro Deportivo San Pablo, en la calle del doctor Laffon Soto.

En los cinco siguientes kilómetros, la prueba transita por calle anchas, con menos público, aunque éste nunca llega a desaparecer. Mención especial merece el paso de la carrera por el kilómetro 22, junto a las instalaciones de Cruzcampo, uno de los patrocinadores de la prueba, donde los corredores locales reclaman que algún día finalice allí una prueba siempre que prometan después barra libre.

La Giralda, uno de los símbolos de Sevilla

El callejeo posterior hará que la carrera pase por el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, casi a la altura del kilómetro 29 de la prueba. La mañana avanza, la amenaza de lluvia ha quedado desterrada y eso hace que cada vez haya más público en la carrera. Sin lluvia, la única dificultad climatológica que encuentran los corredores son algunos tramos con rachas de fuerte viento en contra que dejan tiritando a los torpes que no somos capaces de manejar un vaso sin echárnoslo encima.

Tras dejar el Sánchez Pizjuán, la carrera se dirige al otro gran recinto deportivo de la ciudad, el Benito Villamarín (km 32,5) rodeado, éste sí, por numeroso público. Tras dejar atrás el campo del Betis, los corredores afrontarán aquí sin duda el tramo más complicado. La larga y ancha avenida del Paseo de la Palmera y su prolongación por el Paseo de las Delicias, con más de dos kilómetros, muestra los primeros síntomas de la dureza de una maratón, cuando los corredores empiezan a pararse porque les fallan las piernas y el corazón es el único músculo que te impulsa a seguir corriendo. Quizá en este punto, con menos público, sería conveniente que la organización pusiera algo más de animación porque se trata de un tramo clave para afrontar lo que viene después.

Hilera de corredores y público desde la Avda. de la Cosntitución. Foto: ABC Sevilla

Al llegar a la altura del puente de los Remedios, km 35, la carrera cambia y afronta su parte más espectacular. Desde este punto y hasta la meta, el público se convierte en una baliza situada a ambos lados del trazado, iluminando quizá como las luces de la feria de abril el camino de los corredores hacia la meta. La carrera primero se adentra en el famoso Parque de María Luisa, uno de los pulmones de la ciudad, que alberga un tesoro arquitectónico como es la Plaza de España. Un amplio recinto de estilo mudéjar, con dos torres que alcanzan los 70 metros, y que ha sido escenario de algunas superproducciones como Lawrence de Arabia y Star Wars Episodio II: El Ataque de los Clones. El paso de los corredores por el centro de la plaza (km 36,5) parece otra película.

Cruzado el parque de Maria Luisa, la carrera emprende su recorrido más monumental, pasando junto a edificios emblemáticos como la antigua Fábrica de Tabacos, hoy Universidad de Sevilla, o cruzando por la calle de San Fernando, por la parte de atrás del Real Alcázar. La entrada de este recinto no es barata, pero si uno lo visita y comprueba sus dimensiones y magnífico estado de conservación el precio está más que justificado. Un conjunto que merece mucho la pena, que combina varios estilos desde el mudéjar al gótico, y que acoge espectaculares jardines y estancias como el Patio de las Doncellas, la Sala de Carlos V o el Salón de Embajadores, por poner algunos ejemplos. No es de extrañar que también haya sido escenario de algún capítulo de series como Juego de Tronos.

Jesús España, liebre de lujo para los atletas africanos.  Foto: ZMS

Al llegar a la Puerta de Jerez (km 37,5) la carrera toma la Avenida de la Constitución, y esta vez los corredores ocupan las vías del tranvía sevillano. Debido a la ingente cantidad de público presente no hay espacio para ocupar más calle y este punto no tiene nada que envidiar a la mejor ascensión del Tour de Francia. Seguimos el recorrido monumental y dejamos atrás el Archivo de Indias, que alberga textos de descubridores y conquistadores españoles de la talla de Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes, Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés y Francisco Pizarro.

Aquellos que puedan alzar la vista y sortear las cabezas de los numerosos espectadores contemplarán entonces el monumento más emblemático de la ciudad, la famosa Giralda, el antiguo alminar de la mezquita y que hoy es el campanario que sobresale de la Catedral de Sevilla, el tercer templo de mayor dimensión del mundo católico, sólo superado por la Basílica de San Pedro en Roma y la de San Pablo en Londres. Alberga algunas joyas como la espectacular tumba de Cristóbal Colón, que alzan cuatro costaleros. Cerquita, a nuestra izquierda, algo escondida, se accede a la semicircular plaza del Cabildo.

Superado el kilómetro 38 abandonamos la Avenida de la Constitución y nos dirigimos a la Plaza Nueva, donde se ubica el Ayuntamiento de la ciudad. Si el público estrechaba la avenida de la Constitución, aquí lo hacen las propias calles como las de Tetuán, Velázquez y O’Donnell. Poco antes del kilómetro 39, y tras superar el cruce con la avenida Alfonso XII, la carrera prosigue por calles estrechas, como la de Trajano y la Alameda de Hércules, que alberga uno de los jardines públicos más antiguos de Europa.

La calle Calatrava nos conducirá al kilómetro 40 para cruzar el puente de la Barqueta y plantarnos de nuevo en la isla de la Cartuja. El recorrido aquí se afea, muy poligonero, aunque ya es lo de menos, pues el público, que se ha reducido, nos recuerda que faltan menos de dos kilómetros para llegar al estadio. Al otro lado del túnel de acceso al estadio, 42 kilómetros y pico después, por fin encontraremos la luz de la meta.

Terminada la prueba, con la medalla colgada y con las prácticas batamantas de plástico que nos protegen del frío, abandonamos el estadio por su interior, tras una generosa barra libre de naranja, plátano, agua, bebida energética y cerveza con limón, acompañada por una bolsa de avituallamiento adicional. En ese momento estamos para cargar pocas cosas, por lo que se agradece que puedas disfrutar del avituallamiento a cubierto y sin tener que andar con prisas. Se agrade también que el guardarropa esté a escasos metros de la salida.

Titus, ganador y nuevo recordman del Maratón de Sevilla. Foto: ZMS
Récord para Titus, doblete para Paula González Berodia

En la carrera, el keniata Erikus Titus logró la victoria estableciendo un nuevo récord en el Maratón de Sevilla (2:07:43), con un tiempo 30 segundos inferior al de su compatriota Cosmas Kiplimo Lagat el pasado año. Los ocho primeros atletas fueron africanos (seis keniatas y dos etíopes), ocupando el etíope Tariku Kebede Kinfu el segundo puesto y el keniata Kipkemboi Kipsang el tercer cajón.

Paula González, doble ganadora. Foto: ZMS

En la prueba femenina la cántabra Paula González Berodia (San Felices de Buelna, 1985), campeona de España de maratón y media maratón, logró su segunda victoria consecutiva (2:28:52). La keniana Pauline Wangui Ngigi quedó segunda, mientras que tercera fue la etíope Bekelech Diba Bedada.

Jordi Madera repitió la victoria del año pasado en la general de discapacitados en silla de ruedas, mientras que Mel Nicholls se impuso a Eva Moral, la ganadora de la pasada edición. La cita tampoco se la perdieron dos campeones del mundo de la distancia como Martín Fiz (oro en Goteborg 1995) y Abel Antón, doble campeón mundial y que ganó uno de sus dos oros precisamente en Sevilla allá por 1999.

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