Maratón Alpino Madrileño 2019: Consejos para afrontar un ultramaratón en la Sierra de Guadarrama

Maratón Alpino Madrileño 2019. Foto: Sergio Prieto

El Maratón Alpino Madrileño es uno de los maratones de montaña con más historia que se celebran en España. El pasado 9 de junio de 2019 celebró su edición número 23. Lejos queda ya esa primera prueba que tuvo lugar en 1997, con 117 llegados a meta, y triunfos de Joseba Cubillo de la Hoz y Sonia Morán Luis. Desde el año 2006, la localidad de Cercedilla sucede a Navacerrada como punto de partida.

El Maratón Alpino Madrileño cuenta con un recorrido muy exigente, con más de 20 kilómetros por encima de los 2.000 metros de altitud. Al celebrarse en pleno mes de junio, el calor es otra de las dificultades de esta prueba, hasta tal punto que en el año 2002, cuando fue sede del primer campeonato de carreras por montaña FEDME, registró un centenar de abandonos.

La carrera tiene como principales dificultades algunas de las cumbres del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama: Siete Picos (2.112 metros), el Alto de Guarramillas o Bola del Mundo (2.238 metros) -que se asciende en dos ocasiones- y Peñalara (2.411).

Como suele ocurrir en la mayoría de maratones de montaña, su recorrido raramente se queda en esos 42,195 metros. Los permisos para acceder por determinados parques, entornos y parajes naturales, la accesibilidad para poder situar los avituallamientos intermedios o incluso las condiciones metereológicas suelen obligar a los organizadores de una carrera de montaña a tener que modificar, incluso el mismo día de la prueba, su trazado, añadiendo o recortando algún que otro kilómetro.

Casi 50 kilómetros y 2.800 de desnivel positivo

En esta edición del Maratón Alpino Madrileño, el recorrido inicialmente era de 47 kilómetros, una carrera ya de ultradistancia en toda regla, aunque finalmente los corredores tuvimos que completar casi 50 kilómetros. El trazado se cambió respecto a ediciones anteriores, con un recorrido más largo y más duro, como comentaban algunos veteranos de la prueba. Las principales novedades fueron la subida a Siete Picos, que se hacía en otras ediciones, y la bajada más técnica a la Fuente de la Camapanilla.

Afortunadamente la mayoría nos enteramos de la existencia de esos casi tres kilómetros adicionales a poca distancia de la meta, cuando todo el recorrido era prácticamente cuesta abajo. Siendo sinceros, después de estar siete, ocho, nueve o casi diez horas corriendo, el que te añadan dos o tres kilómetros de más, y más si son de los pocos tramos corribles de esta prueba, hasta se agradecen, aunque esta sensación dependerá del estado de cada corredor en ese momento.

Primeros kilómetros. Foto: Sergio Prieto

El Maratón Alpino Madrileño es la prueba reina de un fin de semana dedicado al trail. Comienza en la tarde del sábado con una carrera de montaña para los más pequeños, telonera a su vez del Cross Alpino del Telégrafo, segunda prueba puntuable de la Copa de Madrid de Carreras por Montaña, con un trazado de 18 kilómetros y un desnivel positivo de 800 metros.

Todo ello con Cerdedilla como anfitriona, la pequeña suiza madrileña, como la llaman algunos. Una localidad situada al noroeste de la Comunidad de Madrid, rodeada por varias montañas de la Sierra de Guadarrama, que ofrece un paisaje boscoso, repleto de pinares y robledales, con numerosas rutas para practicar el senderismo, el trail running y la bicicleta de montaña.

De origen romano, Cercedilla conserva además algunos restos de la calzada que unía Titulcia con Segovia, y ofrece una amplia oferta gastronómica, donde las carnes cobran especial relevancia.

Completa y muy bien organizada

Subida a Siete Picos. Foto: Novatos

El entorno no puede ser mejor para acoger uno de los maratones de montaña pioneros en nuestro país. Organizado por el Club Tierra Trágame, con la colaboración del Ayuntamiento de Cercedilla, ofrece un recorrido duro, con muy pocos kilómetros llanos, un desnivel positivo acumulado que casi alcanza los 2.800 metros y otros tantos de bajada.

No es un carrera excesivamente técnica, salvo una parte del descenso hacia la Fuente de la Campanilla, y alguno de sus numerosos tramos de subida. Discurre en su mayor parte por senderos, con muy pocos kilómetros de pista, donde sólo las bajadas y los 6 ó 7 kilómetros finales, limpios de piedras y sin desnivel positivo, son corribles para los habituados como nosotros al asfalto.

Las inscripciones, limitadas a 450 corredores, suelen agotarse rápidamente. Este año, en poco más de seis horas. A cambio de algo más de 50€ de lo que cuesta el dorsal -sin incluir descuentos- el corredor encuentra 10 avituallamientos intermedios (cuatro de ellos sólidos) bastante completos, con mucha variedad de líquidos y fruta (agua, isotónica, plátano, sandía, membrillo, gominolas, frutos secos, etc.). Salvo quizá unas pastillas de sales minerales, que nunca vienen mal, no necesitas nada más para completar esta prueba.

Excelente señalización

Descenso desde Siete Picos. Foto: Novatos

También ofrece un avituallamiento final, duchas y baños en el polideportivo de Cercedilla, así como guardarropa, fisioterapeutas de Quiromad, seguimiento online de los corredores, una pequeña feria del corredor con un castillo hinchable para los más pequeños e incluso quedadas previas para conocer parte del recorrido. Cuenta también este Maratón Alpino Madrileño con una señalización generosa y muy completa, con un único punto confuso, en la primera bajada tras coronar Siete Picos. Balizar casi 50 kilómetros y que sólo un par de metros hagan dudar a algunos corredores, tiene un enorme mérito.

Aunque lo mejor de la prueba, además del entorno, es la dedicación y atención que prestan cada uno de sus voluntarios. Algunos de ellos echan más de 12 horas aislados en la montaña, pasando frío o calor, para dedicar a cada corredor alguna palabra o gesto de ánimo y quitándote a veces de las manos los bidones para rellenarlos para que no pierdas tiempo y te centres en alimentarte o hidratarte. Que menos que darles las gracias.

Detalles a mejorar: un plato de comida y ¿una medalla?

No obstante, el Maratón Alpino Madrileño tiene algunos aspectos secundarios que, siempre a nuestro juicio, deberían mejorar. En el avituallamiento final se echa en falta un plato de comida para reponer fuerzas, porque el esfuerzo lo merece.

También se obsequia a los participantes con una camiseta, con un buen diseño, pero que no gustó mucho entre los corredores al no ser técnica y ser de algodón y manga larga. Guste o no, el principal fallo de la camiseta es que al entregarse al recoger el dorsal, la prenda pierde su encanto y romanticismo. Como reza su eslogan, se supone que están destinadas a los supervivientes de la prueba, por lo que no tiene mucho sentido entonces recibirla antes de tomar la salida.

Puerto de Navacerrada. Foto: Sergio Prieto

Quizá en vez de la camiseta, siempre prescindibles cuando uno empieza a acumular carreras, y si el presupuesto no llega, hubiese sido mejor obsequiar a cada corredor con una medalla nada más cruzar la meta. Vale que es un objeto que quizá acabe en otro cajón, haciéndole compañía a esa camiseta, pero terminar un ultramaratón y que te cuelguen una medalla al cuello suena a recompensa, al menos en ese momento. Incluso puede servir como incentivo adicional para que los corredores saquemos fuerzas en los kilómetros finales. Cualquier detalle vale menos el trofeo de granito que se llevan los ganadores, que pesa 13 kilos y que talla al parecer una empresa de arte funerario. ¡Como para cargar con él tras 50 kilómetros de carrera!

Afrontarla como una carrera por etapas

Bromas al margen, en cuanto al recorrido, para un novato como nosotros que se enfrenta por primera vez a una prueba de estas dimensiones, quizá lo mejor sea afrontarla como una carrera por etapas. La estrategia consiste en fijarse una meta parcial en, por ejemplo, los avituallamientos sólidos de la prueba. Es una manera de tomarte un respiro al llegar a ellos y afrontar la ingesta de líquidos y sólidos como una pequeña recompensa, pues son dos aspectos fundamentales en cualquier carrera que supere las dos o tres horas, cuando nuestras reservas internas ya no son suficientes.

Primera etapa: De Cercedilla hasta el Puerto de Navacerrada

Con esta estrategia, la carrera se dividiría en cinco partes. La primera etapa, con algo más de 10 kilómetros y medio, nos llevará desde la salida en el polideportivo de Cercedilla hasta el puerto de Navacerrada (km. 10,5), con la subida a Siete Picos como principal escollo.

Primera subida a la Bola. Foto: Novatos

A los pocos metros de abandonar el asfalto de las inmediaciones del Polideportivo de Cercedilla por el Camino de las Retuertas, nos encontraremos un camino de tierra paralelo al río Pradillo, que nos llevará, casi sin anestesia, a una primera subida que comienza a los 500 metros de nuestra partida. Una pared de tierra, repleta de surcos y raíces, con apenas 400 metros y una pendiente media del 18%. A esta dificultad hay que añadir la acumulación de corredores, pues acabamos de comenzar la prueba.

Superado este primer escollo el sendero se ensancha y transforma en una carretera de tierra, rodeada de urbanizaciones y árboles. Este camino de Majavilan nos llevará a la urbanización de Camorritos (km. 2), donde volveremos a pisar el asfalto. Hasta entonces, y al margen de esa primera pared, aunque el perfil de la carrera no ha dejado de subir, aún se puede correr gracias a la superficie y porque el desnivel aún no es muy pronunciado.

Subida hasta Siete Picos

Después de abandonar Camorritos (km 2,5) regresamos a la pista de tierra y aquí ya la carretera se transforma en sendero de montaña y empieza a ganar pendiente. Correr o no será ya sólo una opción para unos pocos elegidos. La denominada Vereda de las Encinillas y luego la senda de Los Alevines nos irán llevando por las inmediaciones del Pico de Majalasna hasta superar ya los 2.000 metros de altitud y hacer cumbre (km 7,7) en Siete Picos (2.114 metros). En estos casi seis kilómetros de ascenso desde Camorritos hasta Siete Picos, con una pendiente media superior al 13%, habrá ya pocos kilómetros para poder correr.

De Cotos a Peñalara. Foto: Gabriel Morales

Tras hacer cumbre y tomar la Senda Herreros iniciamos un descenso de algo más de un kilómetros, más técnico y lento en sus primeros metros con bastantes piedras, y algo más rápido a medida que el sendero de ensancha.

Luego la pendiente irá disminuyendo a medida que empezamos a divisar a lo lejos las famosas antenas del Alto de Guarramillas o Bola del Mundo, en una parte mucho más corrible que nos llevará hasta el final de esta primera etapa con el primer y merecido avituallamiento sólido en uno de los aparcamientos que hay el Puerto de Navacerrada.

Segunda etapa: Desde el Puerto de Navacerrada hasta Cotos

La segunda etapa de este Maratón Alpino Madrileño tendrá como objetivo alcanzar el Puerto de Cotos (km. 18,2), siendo el ascenso del Alto de Guarramillas nuestro principal escollo. Tras abandonar el asfalto del Puerto de Navacerrada, copiaremos una breve parte del recorrido inicial del Cross de los Tres Refugios.

Cima de Peñalara. Foto: Celso Ferñández

En vez de subir por el monte y luego coger la carretera de asfalto, tras subir unas largas escaleras afrontaremos la subida del Alto de Guarramillas por el estrecho sendero de la parte lateral de la montaña. Son casi tres kilómetros de ascenso con una pendiente media del 14%. Tiene algunos metros de sendero llanos, incluso con alguna pequeña bajada, donde se puede correr, aunque la acumulación de piedras dificulta bastante la estabilidad para coger ritmo.

Coronada la Bola del Mundo (2.244) la prueba nos da un gran respiro con un largo descenso de casi cinco kilómetros, muy corrible, por la Loma del Noruego. Este camino irá a tramos paralelo a la Cuerda Larga y pasará junto al Pico de Águila. Nos llevará a nuestro segundo objetivo, el avituallamiento del Puerto de Cotos (km 18,2). Sin duda, una segunda etapa más corta y bastante más cómoda que la primera.

Tercera etapa: Cotos-Peñalara-Cotos

La tercera etapa será de ida y vuelta, porque tras coronar Peñalara, desandaremos nuestros pasos para volver al avituallamiento del Puerto de Cotos (km 29). Diez kilómetros que tienen de todo, aunque con tramos de pista en los que se puede correr. Tras cruzar la carretera M-604 tomaremos el asfalto para afrontar los primeros metros de una concurrida y turística subida hacia Peñalara, que rápidamente se tornan en pista de tierra.

Segundo paso por Cotos: Foto: MAM

En estos dos primeros kilómetros se puede correr, pero al llegar al 20 la cosa se complica porque el terreno se empina y el sendero, plagado de senderistas, empieza a llenarse también de piedras. Además de senderistas, deberemos dejar pasar a los primeros corredores de la prueba que vienen como motos tras haber hecho cima en Peñalara. En la cima hay un control, por si algún listillo quiere ahorrarse la subida.

Durante un kilómetro y medio el sendero zigzaguea, hasta que luego, pasado un tramo de descanso, donde aguarda un avituallamiento líquido, a la altura de Hermana Mayor, el sendero se pierde ya en paisaje de montaña. Esta zona de monte alto, con un sendero difuminado entre las piedras, nos llevará hasta el kilómetro 25,5 donde nos espera una concurrida cima de Peñalara (2.410). Coronada la cumbre de este Maratón Alpino Madrileño, habrá que desandar el camino, con tres kilómetros de descenso que nos llevarán de nuevo hasta el avituallamiento de Cotos (km 29).

La etapa reina: Cotos, Bola del Mundo, Campanilla y Puerto de Navacerrada

La cuarta etapa, que se inicia en el Puerto de Cotos, es la más complicada de todas. A diferencia de las tres anteriores, formadas por una subida y otra bajada, en este siguiente reto hay que añadir una subida adicional. Además de completar la subida hasta el Alto de Guarramillas, por el mismo camino que hicimos en la bajada, deberemos descender hasta la Fuente de la Campanilla y luego subir hasta el avituallamiento del Puerto de Navacerrada (km. 41,3).

Segunda subida a la Bola. Foto: Gabriel Morales

A los 30 kilómetros que llevamos ya en las piernas cuando iniciamos esta cuarta etapa, hay que añadir que la temperatura empieza a subir (sin ser un día caluroso) por lo que el ascenso tanto a la Bola del Mundo como los kilómetros a cielo abierto siguiendo el Camino de la Tubería que nos llevará a la cumbre desde el que bajaremos al Puerto de Navacerrada, se hacen eternos.

La subida de Cotos hasta la Bola es muy corrible en sus cuatro primeros kilómetros (hasta casi el 33) para los que aún tengan fuerzas. El último kilómetro se complica, al aumentar la pendiente y empeorar el sendero. Poco antes del llegar al kilómetro 34 y tras coronar de nuevo el Alto de Guarramillas, donde se sitúa un avituallamiento líquido, iniciaremos un largo descenso de casi tres kilómetros y medio rumbo a la Fuente de la Campanilla.

El descenso más técnico de la prueba

Los primeros dos kilómetros coinciden en parte con la ascensión a la Bola que se hace en el Cross de los Tres Refugios. Son dos kilómetros fluidos, con piedra suelta, pero por camino de tierra ancho y no mucho desnivel. La gran dificultad para los no acostumbrados a entrenar en montaña la encontramos entre el kilómetro 36 y el 37 y medio.

Un descenso peligroso, que comienza en el Collado del Piornal, por el sendero PRM-26 con rampas negativas por encima del 40%, muy resbaladizo, con un estrecho camino de arena y piedra suelta, como reza la señalización y nos advierten los voluntarios. No tiene que envidiar a la bajada de la vecina Maliciosa, pues nos encontramos en esta misma zona de riscos.

Camino de la Tubería. Foto: Novatos

Tras llegar a la Fuente de la Campanilla, donde uno se puede refrescar y aprovechar un nuevo avituallamiento líquido, la carrera toma unos cuantos metros de pista. La relajación durará poco, pues volvemos a tomar el sendero por el Collado de los Emburriaderos. Un sendero estrecho y empinado, con escaso margen para correr si es que aún quedasen fuerzas, en medio de un paisaje boscoso, que poco a poco se irá transformando en montaña abierta rodeada de peñas y riscos.

Sobre todo lo hará a partir del kilómetro 39 cuando tomamos el Camino de la Tubería, denominado así por la antigua canalización que nos acompañara hasta casi hacer cima poco antes de alcanzar el kilómetro 40. Habremos completado casi tres kilómetros de ascensión con una pendiente media cercana al 15%.

A partir de aquí tomaremos el sendero PRM-17, parte del cual se recorre en el Cross de los Tres Refugios, que nos llevará casi un kilómetro y medio más tarde al avituallamiento del Puerto de Navacerrada y culminar esta dura y larga cuarta etapa.

Quinta etapa: Desde el Puerto de Navacerrada hasta Cercedilla

Para compensar esta dura cuarta etapa, la quinta es la más favorable de todas, con casi ocho kilómetros de agradable descenso -para los que conserven fuerzas-, atravesando ríos y arroyos, en una zona arbolada, fresca y sombreada. Tras el asfalto del Puerto de Navacerrada, pasaremos por algunas de sus calles, por la zona de la estación, hasta tomar el camino Whister (km. 42). Un sendero ancho, limpio y muy corrible, que se prolongará durante tres kilómetros.

Kilómetros finales. Foto: Segio Prieto

Después de tomar brevemente la pista de tierra del Camino del Calvario, alternaremos tramos de sendero y pista, atravesando varios ríos y riachuelos. Nos llevarán casi hasta el kilómetro 48,7, donde muchas horas antes nos enfrentamos a la primera rampa de este Maratón Alpino Madrileño. Desde ahí, hasta la meta, sólo restarán ya unos 700 metros para sumar cerca de 49,5 kilómetros, aunque a más de uno su reloj gps se fue hasta casi los 50.

En esta edición de 2019 un total de 322 corredores lograron cruzar la meta, da igual que 8 de ellos lo hicieran fuera de control (más de 9 horas y media), y más si la organización no tuvo en cuenta esos más de dos kilómetros y medio adicionales inicialmente no previstos. Se produjeron 57 abandonos (15%).

Miguel Caballero se impone a David López Castán

Miguel Caballero Ortega (Madrid, 1982) se llevó un disputado triunfo frente a su amigo y compañero segoviano David López Castán (5:03:15). Caballero cuenta con un extenso palmarés nacional e internacional tanto como corredor de montaña como esquiador de montaña, como refleja el siempre indispensable blog de Ramón Ferrer Monrasin.

Fernando Sánchez Hernández, ganador de la prueba un año antes, completó el podio (5:16:31) y no pudo repetir victoria, algo que sólo ha hecho un corredor en la historia de la prueba: Alfredo Gil (2012, 2013 y 2105). Antonio Andrés Sánchez finalizó cuarto (5:28:27) y Sergio Pérez Esteban concluyó en una meritoria quinta posición (5:42:36).

En categoría femenina también hubo un bonito mano mano entre Sonia Martín Ventura (6:35:01) y la ganadora del año anterior, la estadounidense de Ohio afincada en España Emily Davis (6:37:57). Se resolvió a favor de la primera, corredora del Club Tierra Trágame, quien ya fue segunda el pasado año en el Cross de los Tres Refugios.

Duelo entre Sonia Martín y Emily Davis

María Isabel Molina González (7:03:00) completó el podio, mientras que la ultrawoman Paloma Cantos Delgado -una semana antes completó el exigente Ultra de Riaza- fue cuarta (7:44:26). Adela Díaz Romera fue quinta (7:44:49).

A diferencia de la prueba masculina, seis mujeres han logrado repetir victoria: Sonia Morán Luis (1997 y 1998), Anna Serra Salame (2001 y 2002), Gloria Serrazina (2004 y 2006), María Luisa García (2011 y 2012), Ana Paz (2014 y 2017) y Azara García (2015 y 2016).

Para más información, clasificaciones y una amplia galería de imágenes cortesía de Jorge Atance, Segio Prieto, José Luis Rivas y Celso Fernández, de la prueba puedes visitar la web del Maratón Alpino Madrileño o su página de facebook.

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