Cross de los Tres Refugios 2018: La diversión empieza en la Sierra de Guadarrama

Para cualquier corredor acostumbrado a entrenar o correr en montaña, el Cross de los Tres Refugios, que el pasado 27 de mayo de 2018 cumplió su vigésimo octava edición, seguramente será una carrera más. Para el resto de corredores, para aquellos que entrenamos durante casi todo el año en llano, en asfalto, en aceras, en carriles bici o en los caminos de tierra de los parques, el Cross de los Tres Refugios es como llevar a un niño a Eurodisney. Es una sucesión de sorpresas, donde el camino cambiando al igual que lo hace su privilegiado entorno. Nos encontramos en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, uno de los mayores espacios naturales del país.

Hace ya casi un siglo, en 1928, la directiva de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara (fundada en 1913), creó una marcha de patrullas por la Sierra de Guadarrama. Recorría todos los chalets sociales de este entorno natural. Se partía del chalet de la Fuenfría y se pasaba sucesivamente por el de Navacerrada, el del Ventisquero de la Condesa (hoy desaparecido) para finalizar en el Refugio Giner.

La marcha se convirtió en carrera de montaña en junio de 1991. La inscripción costaba 1.800 pesetas (casi 11 €), con comida en el albergue incluida. En esa primera edición participaron 19 senderistas y 39 corredores. Sólo tres eran mujeres. El primer ganador de este Cross de los Tres Refugios fue Alfredo López Majada. Catherine Bayle ganó en la categoría femenina.

Casi treinta años después, el Cross de los Tres Refugios se ha convertido en una de las carreras de montaña más emblemáticas de la Comunidad de Madrid. Y si te gusta correr es una de las mejores maneras de conocer y disfrutar de un espectacular entorno como el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. La carrera ofrece un número muy reducido de inscripciones, para preservar un entorno natural como éste, y porque su recorrido dificulta mucho la logística que una carrera más numerosa conlleva.

Una de las cuatro pruebas de la Copa de Hierro

La prueba es la primera de las cuatro carreras puntuables de la Copa de Hierro, organizada por la RSEA Peñalara, que incluye además el Kilómetro Vertical de la Barraca, el Cross de la Pedriza y el Cross de la Cuerda Larga. En las cuatro los desniveles acumulados oscilan entre los 900 y 1.900 metros.

El Cross de los tres Refugios es una prueba muy dura si uno va con la idea de darlo todo. Tiene muchos kilómetros de subida donde correr es realmente complicado -por la pendiente o por la irregular superficie del terreno- y tiene algunos tramos con bajadas muy técnicas. Las agujetas están aseguradas al menos durante un par de días.

La mejor manera quizá de disfrutar de este Cross de los Tres Refugios, para los que la corren por primera vez, y para aquellos que no están acostumbrados a realizar entrenamientos habituales y exigentes en montaña es tomársela con mucha, mucha calma. Hay que correr cuando el terreno o la propia senda te lo permita (tanto en bajada como en subida) y andar cuando no quede más remedio. Porque se trata de una carrera donde seguramente sumarás más kilómetros andando que corriendo, salvo que seas uno de esos pocos privilegiados. Una prueba donde tus piernas quizá se sientan más relajadas subiendo que bajando debido a la pendiente de algunos tramos.

Entre tres y siete horas de carrera

El ganador de este año, Noel Burgos Gómez, una de las mayores promesas -ya realidad-, del trail running español, terminó la prueba a ritmo de récord: por debajo de las tres horas a una media de 5:58 el kilómetro. Conviene recordar que este madrileño, de poco más de 21 años y que se mudó a los Pirineos para dar un salto de calidad, ha sido este año campeón de la Copa de España de Esquí de Montaña. El pasado año se llevó el exigente Maratón Alpino Madrileño o el maratón de Canfranc-Canfranc, entre otros triunfos. No se trata por tanto de un corredor más.

El segundo en meta, Héctor Benito Fernández, con más de un lustro de carreras de montaña a sus espaldas, entró en meta casi media hora después. Completó la prueba a un ritmo de 6:46. Llegados una treintena de corredores a meta, acercándonos a las cuatro horas desde que se inició, los ritmos medios de los finalistas fueron elevándose: 8:02 min/km (puesto 35), 9:04 (100), 9:44 (150), 10:22 (200), 11:05 (250) y 11:45 (300). El último corredor, en el puesto número 315, completó el recorrido a un ritmo de 11:59 km/min. Tras él llegaron una treintena de corredores, fuera de tiempo, pero que pueden presumir de haber completado una prueba tan exigente como ésta. En muchos casos, tras más de siete horas de carrera para completar sus 30 kilómetros. Estos ritmos dan una idea de la dureza que podemos encontrar en esta prueba.

El recorrido actual del Cross de los Tres Refugios no varía mucho desde el año 2010, cuando se situó la salida y llegada en el albergue de Peñalara del Puerto de Navacerrada. La prueba se hizo entonces circular para tratar de reducir el elevado gasto económico que suponía trasladar a los corredores en autobuses y facilitar la logística de los mismos. Y es que esa es otra de las señas de identidad de esta carrera, muy alejada de las carreras comerciales, con escasa publicidad, con poca presencia en las redes sociales, pero diseñada para agradar al corredor y proteger la montaña.

Prueba circular, con salida y meta en el Albergue de Peñalara

La salida-meta se sitúa por tanto en el Albergue de Peñalara, a poco más de 500 metros del amplio aparcamiento del Puerto de Navacerrada. En la salida se recogen los dorsales, el chip y se sitúa también el guardarropa. También hay baños, aunque hay bastante overbooking, por lo que otra opción es el bar cercano al puerto de Navacerrada, mucho menos concurrido, aunque su uso requiere consumición previa con precios algo elevados.

Tras abandonar el albergue, la carrera toma el asfalto de la carretera que se dirige al Puerto de Navacerrada para poner rumbo al Alto de Guarramillas. Esta cumbre conocida popularmente como la Bola del Mundo es la octava cumbre más elevada de la Comunidad de Madrid. Serán cuatro kilómetros de subida, con un desnivel medio del 11%. A pesar de la pendiente, en estos cuatro primeros kilómetros se puede correr, salvo en un par de rampas de cemento y en otra de nieve. Los tramos más duros de esta primera subida se sitúan en el kilómetro 2 y en el 3, con rampas que oscilan entre el 15 y el 36% de desnivel.

Pero volvamos al inicio. Tras subir por la carretera que va al puerto y girar a la derecha antes del llegar al aparcamiento, unos 700 metros después de la salida abandonaremos el asfalto y tomaremos un camino de tierra y bastantes piedras, el denominado PRM17. A la altura del kilómetro 2,5 llegaremos a la pista de cemento que sube a la Bola del Mundo. Se trata de un camino con mucha nieve en su lateral y desde el que empezaremos a disfrutar de las majestuosas vistas que nos ofrecerá la prueba. La principal dificultad llegará en forma de escalera de hielo y nieve, que parece sacada de un capítulo de Juego de Tronos para llevarnos más allá del Muro. A pesar de estar a punto de llegar al mes de junio, la lluvia, nieve y frío de todo el año sigue manteniendo aún zonas congeladas a partir de una determinada altura. El invierno no se acerca, sino que sigue prolongándose en primavera.

El tiempo, un factor imprescindible

Sin duda la temperatura y la previsión meteorológica es algo que el corredor -y también sus posibles acompañantes- deben tener en cuenta horas antes de afrontar esta prueba. En esta última edición hizo muy buen tiempo, con una temperatura ideal (17º en la salida, a las 9:15 de la mañana). Sólo era obligatorio llevar un recipiente para llenarlo en los avituallamientos.

En cumbres como Guarramillas, la Maliciosa o en algunos tramos de sombra hacía fresco, pero no frío. El sol tampoco llegó a calentar en exceso cuando los corredores afrontaban la subida final a la Bola del Mundo a campo abierto.

Con calor, esa subida final hubiese sido mucho más dura. Con temperaturas más bajas o con la presencia de lluvia el corredor debería haber sido muy precavido para evitar hipotermias. Algo que desafortunadamente comprobamos in situ en la pasada edición del Maratón de las Vías Verdes de Arganda del Rey. El buen tiempo hizo además que los corredores se cruzaran con numerosos senderistas a lo largo de todo el recorrido.

Coronada la Bola del Mundo (2.267 metros de altitud), rodeamos esta cumbre, reconocible por sus antenas repetidoras de televisión y radio que fueron instaladas 1959, para emprender a continuación un primer descenso por el sendero PRM16. Se trata de casi un kilómetro y medio de bajada hasta el Collado del Piornal (km 5,4). Transcurre por un pequeño sendero, con un desnivel negativo por encima del 12%, pasando junto al Cancho Negro. No es una bajada muy técnica y permite un ritmo vivo.

Llegados al km 5,4 afrontaremos la segunda subida, rumbo al Alto de la Maliciosa (2.227 metros). Se trata de una ascensión mucho más corta, de unos 800 metros, con una pendiente media por encima del 14%, pero con varias rampas que superan el 20%.

Tras la Maliciosa, el descenso más técnico

Coronada La Maliciosa (km 6,2) afrontamos sin duda la parte más peligrosa del Cross de los Tres Refugios. Un descenso muy técnico, debido a su enorme pendiente y a la superficie del terreno, plagado de piedras sueltas de todos los tamaños. En total, algo más de un kilómetro y medio con una pendiente negativa de casi el 23%, con rampas que rozan el 50% de desnivel negativo. Conviene tomarse este descenso con calma y si no tienes confianza no merece la pena llevarte de regalo alguna caída, algún arañazo o más de una torcedura de tobillo porque aún restarán más de 23 kilómetros de carrera.

Superado para muchos este mal trago, el descenso va perdiendo desnivel y el corredor irá ganando en confianza. Seguimos a campo abierto, en plena montaña, esquivando y zigzagueando por senderos de piedras. El paisaje entonces muta y nos adentramos en pleno bosque, por un camino que sigue descendiendo, y donde además de sortear alguna que otra roca deberemos esquivar muchas raíces. Nos encontramos en el Collado de las Vacas, en plena Sierra de los Porrones.

Cuidado con los tobillos, porque tras la tensión acumulada en el descenso técnico de la Maliciosa tenderemos a relajarnos en esta parte arbolada olvidando que el sendero no deja de estar lleno de trampas. Este sendero estrecho y en pleno bosque nos llevará hasta la Pista de las Zetas, una carretera ancha de tierra, donde se encuentra el primer avituallamiento de la carrera (km 10,3).

Canto Cochino, en la Pedriza, fin del descenso

Desde que acabó el complicado descenso de La Maliciosa hasta este punto habremos recorrido más de dos kilómetros y medio de rápida bajada, ideal para recuperar sensaciones, pero sin descuidar nunca donde pisamos. Por la Pista de las Zetas apenas recorreremos un kilómetro (hasta el 11,1). Regresamos al sendero, donde se puede correr bastante, que nos llevará a la cota más baja de la prueba, el Área Recreativa Zona De Canto Cochino, en la Pedriza. Allí, en el ecuador del Cross de los Tres Refugios y en la parte más baja de la carrera (1.092 metros).

Tras cruzar un caudaloso río Manzanares, tomaremos la senda PRM-1 integral, con unos primeros kilómetros que empiezan a picar hacia arriba, pero donde aún se puede correr. Seguimos dentro del bosque, estamos en La Pedriza, con un paisaje arbolado y escuchando como el agua del Manzanares fluye y golpea cada piedra.

En el km 17 volvemos a cruzar un puente sobre el Manzanares y, a partir de aquí la carrera empieza a complicarse. La senda se estrecha, casi desaparece por momentos, y la superficie se vuelve irregular e inestable al tiempo que la pendiente empieza a subir grados. Superado otro de los bonitos rincones de este parque, la Charca Verde (km 17,3) -segundo avituallamiento sólo de líquidos-, encontraremos aún algunos tramos donde se puede correr por el sendero PRM18.

Foto: Momentodevivir.com

La alegría durará poco. A partir del kilómetro 19 y tras cruzar por última vez el río Manzanares, la senda se vuelve muy estrecha, rocosa, llena de matorrales y resultará realmente difícil correr de seguido por este PRM18, salvo algunos tramos sueltos. Se trata de una parte complicada porque a pesar de que no se puede correr, el corredor quemará muchas energías porque hay que prestar mucha atención para seguir las balizas del camino, es un ascenso continuo y quizá sea la parte en la que el calor más aprieta. Afortunadamente hay un par de riachuelos para refrescarse si surge la necesidad.

 

Desde el ecuador de la carrera hasta el kilómetro 23 completaremos casi ocho kilómetros de ascenso, con una pendiente media del 9%. A la altura del kilómetro 23 saldremos a una amplia pista de tierra. Allí, a la altura del Puente de los Manchegos, se sitúa el último avituallamiento líquido y sólido de la prueba. Conviene parar a hidratarse bien, comer y llevar las reservas de líquido a tope para afrontar el ascenso final por lo que pudiera pasar.

Pastos verdes de alta montaña

A partir del puente de los Manchegos y hasta el km 25 más o menos encontraremos otra de las postales más espectaculares que nos deja esta carrera. Recorreremos algo más de dos kilómetros de subida buscando el nacimiento del río Manzanares, situado en el Ventisquero de la Condesa. Estamos en una zona de pastos de alta montaña, zonas muy verdes sacadas de una postal asturiana, saltando un par de riachuelos, esquivando el agua que cae de las montañas, pisando zonas encharcadas y cruzando un par de neveros mientras posamos la vista en el Alto de las Guarramillas, las última ascensión que nos resta. Se puede correr aunque los obstáculos en forma de agua no lo harán nada sencillo.

Tras superar el kilómetro 25 seguimos subiendo, será una constante hasta llegar al Alto de Guarramillas. No obstante abandonamos el sendero PRM18 y tomamos el PRM16. El paisaje va cambiando, la vegetación disminuye y las piedras y la tierra de la cumbre pelada van sustituyendo la espectacular zona verde de pastos. La pendiente aumenta, aunque si tienes fuerzas tras haber superado todo lo anterior, aún se puede correr, despacio, pero se puede correr.

Coronado por segunda vez el Alto de Guarramillas, echamos la vista atrás y recordaremos que desde Canto Cochino, en plena Pedriza, habremos ascendido casi 12 kilómetros, con un desnivel medio del 10%.

A partir de la Bola del Mundo desandaremos el camino que por primera vez nos llevó a esta subida. Son más de tres kilómetros de descenso donde seguramente muchos echemos en falta nuestra piernas en los primeros kilómetros, colapsadas por el uso intensivo de gemelos y cuádriceps en tantas subidas como bajadas. Quizá el descenso se hace largo por este motivo, porque añoras la velocidad perdida, pero una vez alcanzas el asfalto de la carretera del Puerto de Navacerrada tu mente sólo se concentrará ya en la meta y en la satisfacción por completar una carrera tan exigente como el Cross de los Tres Refugios.

Avituallamiento completo, aunque con escasa variedad de líquidos

En meta nos aguarda el reconocimiento al esfuerzo de público y del resto de corredores, una camiseta de algodón conmemorativa y un avituallamiento con variedad de sólidos (jamón, queso, pan, membrillo, plátano, naranja, chucherías, chocolote, bizcocho, etc.). Echamos en falta una mayor variedad de líquidos, pues sólo había agua y una sola lata bebida energética en la bolsa del corredor que te dan al cruzar la meta. Cuando llevas entre tres y siete horas corriendo el cuerpo demanda muchos líquidos que el agua sólo no puede cubrir.

Salvo ese pequeño detalle, la organización estuvo a la altura de la prueba. Sólo balizar una prueba como esta requiere un trabajo enorme. Además, el terreno dificulta mucho la llegada de los voluntarios a los avituallamientos intermedios o a los controles de paso, puntos donde sus inquilinos tienen que aguardar además durante muchas horas sin parar de animar y sonreír a los corredores hasta que el último cruza la meta.

La victoria en la prueba como comentamos fue para Noel Burgos, del Club Alpino Madrileño, quien sucedía en el palmarés a otro grande del trail nacional como Pepe Muñoz Sánchez, ganador de las dos últimas ediciones. Héctor Benito Fernández, del Club Todovertical V+, fue segundo, mientras que otro clásico de la montaña madrileña, José Irurozqui Soto ‘Iru’, ganador este año del Trail del Serrucho, fue tercero.

En categoría femenina la victoria fue para la madrileña Cristina Santurino Fontecha (4:15:56), una joven madrileña de 28 años, acostumbrada a entrenar en asfalto, pero que empieza a hacerse un hueco en las carreras de montaña. Su próximo roto estará en los 60 kilómetros del Gran Trail Peñalara. Sonia Martín Ventura, del Club Tierra Trágame (4:25:09), y Marisa Díaz Alfonso (4:26:19), del Club Deportivo ETM Pedrezuela, que por momentos encabezaron la prueba, tuvieron una bonita lucha por el segundo y tercer puesto.

Para más información puedes visitar la web oficial de la Copa de Hierro, y consultar tanto la página de facebook como la web de Canofotossports con imágenes de la prueba.

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