Cómo sacarle rendimiento a correr en la cinta de un gimnasio

Muchos corredores reniegan de la cinta ergonómica porque no es lo mismo correr sobre una superficie inmóvil que disfrutar de las sensaciones de correr al aire libre. Sus inconvenientes son numerosos. Es cierto que siempre corres sobre el mismo sitio, que algunas son muy inestables o que hacen mucho ruido. Incluso mal utilizadas pueden modificar tu zancada o tu postura de forma antinatural.
Además, pueden resultar muy monótonas ya que siempre ves el mismo paisaje. Si tienes suerte, puede que la cinta se encuentre bajo la televisión de un gimnasio, pero a una distancia tan próxima que verla puede ser un reto muy doloroso para tu equilibrio y tu cuello. Puede incluso que tengas una ventana cerca para marujear e inventar historias sobre los coches o gente que pasa. Pero también, como ocurre en muchos gimnasios, tus únicas vistas puede que sean paredes sin decorar o carteles con las normas de funcionamiento que te sabes de memoria.
Y en la cinta de al lado puede que tengas a alguien que no pare de hablar, que trate de darte conversación o que desprenda un olor nada agradable. Y lo malo es que no puedes escapar por mucho que corras. Correr en la cinta tampoco recrea las condiciones de correr al aire libre: no sufres el viento en contra, ni atraviesas desniveles y, además, la superficie se desplaza, por lo que correr resulta más sencillo.
La cinta puede ser aburrida, muy cansina, si siempre corres a la misma velocidad y durante un largo tiempo, pero también tiene sus ventajas. Puede corregir determinadas malas posturas que tengas al correr y mejorarlas si tienes un espejo delante. Al ser una superficie más suave que el asfalto y menos irregular que los caminos de tierra, reduce el riesgo de lesiones. Tampoco te tienes que preocupar del mal tiempo, porque no te mojas si llueve y no pasas frío en invierno. También permiten saber la distancia y velocidad a la que corremos, sin necesidad de llevar un reloj GPS.
Utiliza todas sus opciones
Una de sus mayores ventajas es que nos permite introducir intervalos de regularidad, series de velocidad y cuestas al ritmo y desnivel que queramos. Para evitar el aburrimiento lo mejor es jugar con las diversas opciones que te ofrece la máquina. Si ese día te toca un rodaje suave, empieza a un ritmo inferior y cada 2 o 3 minutos -no lo dejes mucho más- incrementa un poquito la velocidad. Este simple gesto te mantendrá atento y evitarás cierto cansancio mental.
Un día a la semana procura realizar intervalos de regularidad, es decir, mantener un ritmo constante durante un periodo de tiempo determinado. Primero corre a un ritmo suave un par de minutos y luego incrementa el ritmo lo más próximo a tu mejor ritmo de carrera y mantenlo durante el tiempo que puedas -desde un par de minutos a un par de kilómetros- siempre en función de tu nivel. Luego vuelve a trotar a un ritmo suave para repetir la secuencia anterior un par de veces.
También puedes hacer series de velocidad, alternado minutos de trote o ritmo suave con series de 1 o 2 minutos a tope, o series con cuestas, incrementando la pendiente progresivamente. Cuando la pongas de nuevo a cero, tras correr con desnivel, quizá tus piernas noten incluso que descienden en vez de ir en llano.
En resumen, si utilizas la cinta para correr, juega con sus diversas opciones y procura evitar correr siempre a la misma velocidad. Para terminar, un consejo. Sin nunca has corrido en una cinta, los primeros días empieza caminando y después aumenta poco poco la velocidad. Tu cuerpo necesita acostumbrase a este modo de correr porque si te precipitas no serías el primero que sale despedido de una cinta o que, tras una intensa sesión, termina mareado, algo habitual en las primeras sesiones en este tipo de máquinas, pero que desaparecen con la práctica.